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lunes, 21 de septiembre de 2015

ADOLESCENTES ENTRE CAFE, CIGARRILLOS, DULCES Y CARTA AL ENAMORADO

    Todo adolescente de mi tiempo tomó café, fumó tabaco, amó los dulces y escribió una carta al enamorado. Las 3:00 de la tarde, Son las tres, llegó la hora del café, era el estribillo que cantábamos. La reunión diaria y obligada cuando se escuchaba el llamado de Doña Lalita ordenando a Lilian hacer el café. Mi hermana y yo corríamos al llamado de mi amiga y vecina Carmen. Eramos las mejores amigas, confidentes, cómplices y de vez en cuando recibíamos el trio de regañinas que tocaban a las tres por la osadías que como adolescentes a veces cometíamos, pues la fidelidad compartida hacía que ninguna culpara a las otras, aunque una sola tuviera la culpa.
    Realmente yo era una púber de 12 años, mi hermana y Carmen eran ya adolescentes con 14 y 15 años respectivamente, con la diferencia de que yo era más avanzada en la escuela y les llevaba dos niveles de grado escolar ventaja que me mantenía en el grupo. Yo sabía componer, escribir cosas bonitas y parodiar e imitar las canciones de la época, por lo que a veces creo que hacía de bufón del grupo para diversión de todos. No me sentía ofendida por ello, todo lo contrario, para mi eso era ser importante dentro del grupo, porque mi atractivo era solicitado en las reuniones con ovaciones a la demanda de ahora Flavia! ahora Flavia!
    En la hora del café de aquella tarde como siempre se debatía con el conteo para saber si los chelines del cigarrillo estaban completos, significa esto que cada una debía aportar para completar el precio de cinco cheles o centavos, pues un café sin fumar no completaba el rito de saborear el negro elixir, si luego no contabamos con un "humito" o sorbo del cigarrillo cada una, hasta terminar el cigarro que al final quedaba en el filtro.
   Ya sabíamos fumar y la experiencia consistía en lograr hacer muchos avances en el arte de fumar, por ejemplo: aspirar el humo y a seguidas hablar sin dejarlo escapar y luego expulsar la bocanada de humo. Otros eran muy avesados, como nuestro amigo Karl de 13 años, que aspiraba el humo, tomaba agua y luego lo expiraba. Otros hacían bromas pesadas, tomaban a un tonto diciendo que botaban el humo por los oídos, y quien quería probar esa visión solo tenían que mirarle fijo a los ojos... cuando hacían esto, entonces el que había aspirado el humo, sostenía su mirada y  con malicia, lentamente llevaba el cigarrillo encendido a los brazos del infeliz que permanecía con la mirada fija en los ojos del bromista, y que luego la víctima pega el grito y salta al sentir que lo quema!... el muchacho malo de inmediato le  reclama !viste !viste que boté el humo por los oídos! mientras todos nos desternillamos de la risa.
    Todos fuimos castigados por esta broma hecha a Bárbara, que gustosa aceptó mirar fijamente a los ojos de Luciano porque estaba enamorada de él... pobre inocente llevó su queja a Doña Lalita mostrando la quemada en su brazo... el resto ya lo pueden imaginar, pero igual les cuento: chancletazos, tirones de oreja y para colmo la víctima hechada del grupo por soplona!... si que son egoístas los adolescentes.
    Creo que casi todos los adolescentes alguna vez han fumado cigarrillos de tabaco, aunque no todos se convierten en adictos. Aprendí como todos y nunca olvido aquella primera vez. Con el pasar de los años esta experiencia me mostró que algunas cosas en la vida siempre son desagradables la primera vez. Fue una tarde en la hora del café, como siempre tomamos nuestro cafecito y Carmen dijo: Miren lo que tengo aquí!... y sacó de su bolsillo un cigarrillo mientras pedía silencio con el dedo índice colocado delante de su boca... mi hermana y yo con los ojos muy abiertos vimos como lo encendió con un cerillo, el olor y el humo nos hizo toser a las tres... tomó un sorbo y lo pasó a mi hermana, quien muy valentona dijo que sabía fumar y tomó un gran sorbo hasta aventar sus mejillas, quemar casi todo el cigarrillo que llegó a la mitad y cuando soltó la bocanada toda la habitación se inundó de humo, la tos no se hizo esperar, entonces doña Lalita desde su sala de costura preguntó ¿qué les pasa? y Carmen contestó: mami, es el humo de tu tabaco que llega hasta acá y nos ahoga!... Pero que rápida y eficiente mi amiga..., ciertamente allí estaban las viejas fumando habanos después del café!... por eso no podía darse cuenta de nuestra osadía, el olor a tabaco estaba en toda la casa.
    Era mi turno y no me atrevía, ya mis ojos lloraban solos, me picaba el humo pero lo tomé y al igual que mi hermana me llené la boca de humo y explosioné hacia afuera. La habitación parecía que estuviera llena de niebla, por la gran cantidad de humo y el cigarrillo se gastó con tres bocanadas. Entonces salimos a buscar dulces a la casa de Doña Carmela, y en el trayecto encontramos a karl con su cigarrillo, también fumaba escondido, y muy orgullosa le dije: !ya sabemos fumar!... asombrado nos miró, entonces mi hermana y amiga confirmaron y le pidieron un "humito"... Carmen fue la primera, llenó su boca de humo y soltó la chimenea... Karl explotó en carcajadas, se doblo en dos y con dificultad por la risa atinó a decir: así es que fuman los viejos!... y continuó riendo, mientras nosotras avergonzadas aguantamos... Karl entonces respiró profundo, no podía parar de reír, pero sacó fuerzas y nos dijo: vengan que las voy a enseñar. Tomó un sorbo de humo y luego dijo, miren como es. No salía de mi asombro, parecía magia! él se tragaba el humo, podía hablar y luego lo expulsaba!... ¿dónde metes el humo? pregunté... en el estómago contestó. Entonces allí sentados en la pequeña verja de la casita de los Vazquez, sin que nadie nos viera, tomamos nuestra primera lección de fumar como se debe. Nos gastamos dos cigarrillos y al rato mi cabeza comenzó a dar vueltas... le dije a mi hermana: estoy mareada y nos fuimos a casa me dejó en mi cama y regresó a seguir fumando.
    Ya en mi cama, tenía miedo de abrir los ojos, para no ver el mundo dando vueltas, me sentía de la misma forma que cuando era pequeña y giraba rápido sobre mi misma. Tenía náuseas y no vomitaba, me sentía muy mal, tan mal que le pedí perdón a diosito y prometí que no lo volvería hacer... fui al refrigerador tomé y partí un limón y me lo comí, me supo rico, debí estar borracha porque esa es una fruta tremendamente agria... desperté, parece que dormí un rato y no estaba en mi cama, me senté en el sofá y recordé lo que hicimos... ¿resultados? mi hermana estaba de castigo y Carmen también, las descubrieron fumando y a karl se lo llevaron por las orejas... haber regresado a casa me libró del castigo. Pero el tiempo pasó y como dijera Karl luego, el mareo solo pasa la primera vez y aprendí a fumar, pero para ser sincera... no me gustaba fumar. Lo que pasó conmigo fue cuestión de preferencia, es decir entre el humo del cigarrillo y el rico sabor de un dulce de Carmela pudo más el segundo.
     Fue así como en esa tarde, me tocó la pérdida del "humito" que tarde a tarde disfrutáramos después del café. Como siempre contábamos los chelines y esta vez no estaban completos y todas debíamos aportar. En mis adentros, guardé el silencio traicionero, yo tenía no solo para el cigarrillo, también para los dulces, pero mi diablillo egoísta me dijo: "nooo! fumar no es tan bueno como los dulces de leche de Doña Carmela"... así que tenía suficiente chelines para uno de leche, un suspiro y un sabroso jalao y si me hacía rebaja una bolita de piña. No lo pensé dos veces y me alejé con la excusa de ir a casa para hacer mis tareas, pero la verdad es que corrí a la vitrina de Doña Carmela y feliz disfruté de no solo de los dulces en venta, también me aventé el cucharón con el concón del dulce, esto último, era cosa que nuestra dulcera siempre nos regalaba.
    Pero el gusanillo de la conciencia se alborotó y me quitó la tranquilidad, así que guardé suspiros y jalaos para mi hermana y mi amiga... pero... como me decía mi madre desde que yo era pequeña, "no se puede hacer nada a escondidas, porque el diablillo y el gusanillo no son amigos y cuando el uno hace algo malo, el gusanillo le hace cosquillas y se delata con la risa". Era una de las máximas que mi madre nos repetía siempre, como parte de su forma para estimular en nosotros acciones con pensamientos éticos y morales.
     Exactamente eso pasó, no bien terminé de comer mis dulces, mientras Doña Carmela colocaba en una bolsita los que regalaría a mis camaradas, llegaron ellas!... aja! sorprendidas me dijeron... si tenías dinero y lo negaste!... Ay!... que vergüenza! sentí como la sangre se posó en mi cara, tartamudeando les dije: no!... si... les compré dulces! mira aquí están!... no queremos nada! no vuelvas a la hora del café a pedir humito!... fue la respuesta o sentencia condenatoria.
     Nunca me sentí tan mal en mi vida, sobre todo con mi hermana porque yo la respetaba mucho, y nunca la traicionaría... fue mi primera traición. Una sensación desagradable se apoderó de mi... ellas fueron a comprar el cigarrillo, al parecer lograron reunir los chelines... las seguí, no lloraba pero les rogaba diciendo: tomen los dulces los compré para ustedes... está bien no me den humito, acepto! total que no me gusta el cigarrillo y es mas, creo que no debemos fumar, comer dulces es mejor... está bien... contestaron... vamos, pero tienes que hacer algo por nosotras... no se que era pero acepté gustosa y contenta, eso era el perdón para mi.
   Llegamos y como siempre en la habitación de Carmen, comenzó el cuchicheo y la novedad... Carmen está enamorada! y yo tengo a cargo escribir una carta de amor. Yo sabía escribir e improvisar muy bien, cuentos, historias con hermosa caligrafía y no tenía faltas de ortografías, nadie las tenía pues para pasar de un nivel a otro se tenía que hacer un dictado sin una sola falta!... pero ¿cómo voy a escribir una carta de amor?
    En mis adentros reí de buena gana, se prendió el bombillo de la imaginación, para hacer las bromas que acostumbraba a mis amigas y amigos y la puse en práctica! Está bien les dije, pero con una condición... de acuerdo me dijo mi amiga, dime que quieres!... que no la lea hasta que yo termine... eso no es problema contestó. Tampoco será problema para mi, ya no me darán humito y eso me hacía feliz, no me gusta fumar ¿qué otro castigo me pueden dar? inicié mi trabajo con entusiasmo... dime el nombre de tu enamorado... me dijo el nombre y me inspiré... en una broma!
   Terminada la carta amorosa, la doble y le dije mientras me dirigía a la puerta: ahora puedes leer. Después de esto corrí y las almohadas y cojines también corrieron tras de mi, mientras mi hermana reía sin parar y mi amiga también.
    Se muy bien amigos lectores que les gustaría saber lo que escribí  en esa carta. Pues les diré, no mucho, casi nada, fingía que escribía y ellas esperaban con ansiedad un escrito bonito, poético e interesante. Les cuento:
    Carmen tomó su carta y la desdobló para leer, con sus ojos desorbitados al igual que los de mi hermana... con una impronta, arrugó aquel papel que pretendía perfumar y lo estrelló en mi espalda, con las almohadas y los cojines... ahora, vamos recordar uno de los hermosos y alegres momentos de mis vivencias con las amigas, pueden leer conmigo la carta al enamorado.
     Carta para E: "Querido E... te escribo para decirte que ya se leer y escribir las vocales a, e, i, o, u y también el abecedario a, b, c, d, e, f, g, h, i, j, k, l, m, n, o, p, q, r, s, t, u, v, w, y, z, todas estas letras te quieren mucho y espero que también lo hayas aprendido" ... ". El abecedario completo. Hoy recuerdo y rio solo de imaginar que esa carta hubiera llegado de alguna forma, a las manos de aquel enamorado que con el tiempo, ya adultos ambos, se convirtió en el esposo de mi muy querida amiga y casi hermana de la infancia.
     Esa fue una broma divertida, hoy pienso que para escribir una carta de amor hay que sentir el amor, o copiar una carta ajena que en todo caso son sentimientos ajenos. Recibí muchas cartas de mi enamorado, eran lindos poemas inspirados por mi, es maravillosa la sensación que se siente al saber que alguien escribió cosas lindas pensando en mi. Estar enamorada es una de las mejores sensaciones que el ser humano es capaz de sentir, son emociones increíbles. Quisiera describirla, pero no serviría de nada porque cada persona lo experimenta diferente, pero unos dicen que se siente un cosquilleo, flojera, los ojos se humedecen, el corazón palpita y la voz no sale y cuando lo hace, es para decir disparates que los enamorados no escuchan, porque si escucharan no estarían enamorados. Yo ya experimenté esos síntomas ¿y usted amiga o amigo lector, puede recordar conmigo ahora esos lindos momentos de su ayer?
     Entre el café, cigarrillos, dulces y carta al enamorado, hice muchas las travesuras, pero no me dejé dominar por ninguno de ellos, hoy puedo desgustar un rico café, los sabrosos dulces criollos de leche, de coco, de piña, guayaba y otros, no tolero el "humito" del tabaco, pero de vez en cuando me gusta releer mis cartas y poemas de amor.
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