La casita de Austria, asi le llamabamos, no recuerdo su nombre pero la construyó aquí, para sentirse en casa, era un emigrante de la segunda guerra mundial, vino al país para trabajar en la armería, era muy viejo, y cuando se fue de nuevo a su tierra natal, parece que dejara un padazo de ese país con nosotros.
Todos los emigrantes de ese país querían vivir en ella. Todos esperaban ansiosos que estuviera desocupada, para alquilar y de igual manera sentirse en casa. Papá no fue diferente y lo que más quería era comprar aquella casita, que había sido vendida mucho antes de nuestra llegada a esa ciudad.
Recuerdo que todas las tardes bajaba por la calzada con mis amiguitas a jugar con Gingy, nuestra afortunada amiga que vivía en ella. Tenía un jardín amplio y bonito con una plazoleta al centro, que a mi me parecía enorme, ahí jugabamos las rondas de mambrú y matarile, patinabamos y bailabamos danza flamenca y vals mientras patinabamos.
Era de color blanco y rojo, con las ventanas adornadas con maderas pintadas de verde. Aunque en realidad no tenía chimenea, sobresalía en el lateral de la cocina la pequeña torrecita que simulaba una. La verja externa era de un hermoso rejadito de maderas puntiagudas pintadas de verde, con un portón de lo mismo. Estaba en una esquina, y cuando te acercabas te daba una panorámica del frente y el lateral derecho. Era como un bichito raro en el área, pues todas las casa de concreto y pesadas columnas, la rodeaban, como si quisieran esconderla, bajo sus toldos, pero la casita de Austria, así, linda y chiquita sobresalía bullosa con sus colores, alegre con su jardín rodeado de cayenas y empalizadas de maderitos puntiagudos verdes, como deteniendo las cayenas, para que no salgan a la acera, opacaba la vista de las demas casas. Todos exclamaban al pasar frente a ella !que linda casita!...
He pensado mucho en la casita de Austria, y he recordado lo contento que estuvo mi padre, cuando llegó aquella tarde diciendo: "empaca los trastos, que nos mudamos a la casita de Austria". todos saltamos de alegría, y yo que me imginé tantas veces en el cuarto de Gingy como si fuera mio, y ahora no esperaba para arreglar mi cuarto, colacar mis muñecas en la cómoda, y tratar de compartir con mi hermana mayor aquél cuarto que soñé solo para mi,...mi frustración cuando esa habitación la ocuparon mis hermanos pequeños, pues mi madre quería tenerlos cerca en las noches para poder cuidarlos.
Todo era tranquilo y rutinario, ahora mis amigas bajaban a jugar conmigo en la casita de Austria. El tiempo transcurría entre el colegio desde la ocho de la mañana hasta las cuatro y media de la tarde, regresar y bañarse para jugar en las tardes, subir con papá a jugar con las amiguitas, mientras los padres tomaban su jarra de cerveza. Luego regresar a la casa hacer las tareas y prepararnos para cenar. A las nueve... a la cama.
Recuerdo que luego de regresar del trabajo en una esas tardes tan calurosa, papá se sintió mal, mi madre corrió y le refrescaba abanicandole, mientras él jadeaba como si no pudiera respirar, mi madre rápidamente llamó por ayuda,...no recuerdo bien como, pero lo cierto es que ese día papá no regresó del hospital, permaneció tres días en cuidados y obsevación,...todos estabamos extraños, pues se rompió la rutina de la familia. Era una gran dificultad, poder entrar al hospital a verlo...era prohibición que los menores de doce años, visiten los hospitales...hoy pienso que mi madre convencía al portero en las tardes, para que pudieramos ir a verlo.
Allí estaba, con su piyama a rayas, y su cabello alborotado y con barba, él que siempre estaba acicalado y bien peinado con su brillantina todas las tardes para caminar junto a nosotros hacia la reunión diaria con sus amigos, y nosotros jugabamos con los hijos de esos amigos. Me sentó mal verlo así, no nos permitieron, ni siquiera, conversar con él.
Al otro día, mientras descansabamos después de almorzar solos, pues mi madre estaba en el hospital con papá...ella llegó...tras ella un señor que reconocí como el portero que a escondidas nos permitía visitar a papá...le gritaba: "doña, usted es sorda? vengo desde el hospital llamandola y usted no me escucha"...el hospital estaba a dos cuadras de la casita de Austria, nuestra residencia.
Mi madre volteó y dijo: qué pasa?...el portero contestó, su esposo...se puso mal...ella no perdió tiempo y dió vuelta para regresar allá...pero fue detenida, alguien más llegó, y otras personas más...no hay que hacer...papá murió!
Todo fue rápido a partir de ese momento...mi madre casi muere...el impacto emocional hizo que abortara un reciente embarazo...también la hospitalizaron, la tristeza embargaba a los residentes de la casita de Austria...tuve pesadillas, veía a papá en camisilla, sudoroso como aquella tarde que anunció su partida, mientras sostenía un miembro de extremidad superior de alguien en sus manos y su sudoración eran gotas de sangre, mientras todos lo observabamos sentados en sillas en la terraza de la casita. Siempre que moría alguien, tenía pesadillas...el tiempo pasó.
La casita de Austria ya no existe como era, ni el lugar es el mismo, todo se transformó, en estos días, pense mucho en la casita, y soñe: "que quería volver a morar en ella, y con mi esposo fui a hacer las diligencias de lugar, entramos a la casita...pero ya no era lo mismo, estaba sucia y embrujada con fantasmas agresivos, que se llevaban los niños, y el terror se apoderó de nosotros...se llevaban a mis nietos!...uf, que bueno fue despertar!.
Hoy, cuando los años han pasado, pienso en la casita de Austria y me pregunto, acaso mi padre quería morar en ella, no solo para sentirse en su tierra, sinó para morir allí?
Gracias por compartir este nuestro blog. No olvides dejar tu comentario. FLAVIA PEGUERO.
Era de color blanco y rojo, con las ventanas adornadas con maderas pintadas de verde. Aunque en realidad no tenía chimenea, sobresalía en el lateral de la cocina la pequeña torrecita que simulaba una. La verja externa era de un hermoso rejadito de maderas puntiagudas pintadas de verde, con un portón de lo mismo. Estaba en una esquina, y cuando te acercabas te daba una panorámica del frente y el lateral derecho. Era como un bichito raro en el área, pues todas las casa de concreto y pesadas columnas, la rodeaban, como si quisieran esconderla, bajo sus toldos, pero la casita de Austria, así, linda y chiquita sobresalía bullosa con sus colores, alegre con su jardín rodeado de cayenas y empalizadas de maderitos puntiagudos verdes, como deteniendo las cayenas, para que no salgan a la acera, opacaba la vista de las demas casas. Todos exclamaban al pasar frente a ella !que linda casita!...
He pensado mucho en la casita de Austria, y he recordado lo contento que estuvo mi padre, cuando llegó aquella tarde diciendo: "empaca los trastos, que nos mudamos a la casita de Austria". todos saltamos de alegría, y yo que me imginé tantas veces en el cuarto de Gingy como si fuera mio, y ahora no esperaba para arreglar mi cuarto, colacar mis muñecas en la cómoda, y tratar de compartir con mi hermana mayor aquél cuarto que soñé solo para mi,...mi frustración cuando esa habitación la ocuparon mis hermanos pequeños, pues mi madre quería tenerlos cerca en las noches para poder cuidarlos.
Todo era tranquilo y rutinario, ahora mis amigas bajaban a jugar conmigo en la casita de Austria. El tiempo transcurría entre el colegio desde la ocho de la mañana hasta las cuatro y media de la tarde, regresar y bañarse para jugar en las tardes, subir con papá a jugar con las amiguitas, mientras los padres tomaban su jarra de cerveza. Luego regresar a la casa hacer las tareas y prepararnos para cenar. A las nueve... a la cama.
Recuerdo que luego de regresar del trabajo en una esas tardes tan calurosa, papá se sintió mal, mi madre corrió y le refrescaba abanicandole, mientras él jadeaba como si no pudiera respirar, mi madre rápidamente llamó por ayuda,...no recuerdo bien como, pero lo cierto es que ese día papá no regresó del hospital, permaneció tres días en cuidados y obsevación,...todos estabamos extraños, pues se rompió la rutina de la familia. Era una gran dificultad, poder entrar al hospital a verlo...era prohibición que los menores de doce años, visiten los hospitales...hoy pienso que mi madre convencía al portero en las tardes, para que pudieramos ir a verlo.
Allí estaba, con su piyama a rayas, y su cabello alborotado y con barba, él que siempre estaba acicalado y bien peinado con su brillantina todas las tardes para caminar junto a nosotros hacia la reunión diaria con sus amigos, y nosotros jugabamos con los hijos de esos amigos. Me sentó mal verlo así, no nos permitieron, ni siquiera, conversar con él.
Al otro día, mientras descansabamos después de almorzar solos, pues mi madre estaba en el hospital con papá...ella llegó...tras ella un señor que reconocí como el portero que a escondidas nos permitía visitar a papá...le gritaba: "doña, usted es sorda? vengo desde el hospital llamandola y usted no me escucha"...el hospital estaba a dos cuadras de la casita de Austria, nuestra residencia.
Mi madre volteó y dijo: qué pasa?...el portero contestó, su esposo...se puso mal...ella no perdió tiempo y dió vuelta para regresar allá...pero fue detenida, alguien más llegó, y otras personas más...no hay que hacer...papá murió!
Todo fue rápido a partir de ese momento...mi madre casi muere...el impacto emocional hizo que abortara un reciente embarazo...también la hospitalizaron, la tristeza embargaba a los residentes de la casita de Austria...tuve pesadillas, veía a papá en camisilla, sudoroso como aquella tarde que anunció su partida, mientras sostenía un miembro de extremidad superior de alguien en sus manos y su sudoración eran gotas de sangre, mientras todos lo observabamos sentados en sillas en la terraza de la casita. Siempre que moría alguien, tenía pesadillas...el tiempo pasó.
La casita de Austria ya no existe como era, ni el lugar es el mismo, todo se transformó, en estos días, pense mucho en la casita, y soñe: "que quería volver a morar en ella, y con mi esposo fui a hacer las diligencias de lugar, entramos a la casita...pero ya no era lo mismo, estaba sucia y embrujada con fantasmas agresivos, que se llevaban los niños, y el terror se apoderó de nosotros...se llevaban a mis nietos!...uf, que bueno fue despertar!.
Hoy, cuando los años han pasado, pienso en la casita de Austria y me pregunto, acaso mi padre quería morar en ella, no solo para sentirse en su tierra, sinó para morir allí?
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEsta historia de la casita de austria me conmovió muchisimo leyendola llore pues mi padre esta en cama muy enfermo no se puede valer por si solo y por un momento pense que me estaba sucediendo ami lo que le paso al padre en esa historia. Creo que si que el padre quiso vivir en la casita de austria para morir alli quisiera saber que paso despues que su madre aborto por la despresion que susedio con ella.
ResponderEliminarMatricula 11-SPSS-1-164 Seccion 0530
Hola Marivel, realmente es una historia triste, trata la muerte de mi padre, es lo que pensé, que quiso morir allí, ese ambiente talvés lo hizo sentir como en su tierra. Mi madre superó la depresión, y aunque las cosas nunca volvieron a ser como antes, la vida continuó. Si quieres saber un poco más de la vida de nuestra familia, en otro relato de mi infancia, puedes leer el tema !MURIÓ!...!NO MURIÓ!...!SI MURIÓ!
Eliminares duro a veces una grande emocion puede pasar a un terror pork el ahnelo de vivir en la casita de australia despues fue un tormento despues de tanto humildad pork era la casa mas pobre de esa parte pero era muy natural se volvio la casa del terrol muy lindo tema pork en la sociedad pasa asi cuando un familiar muero muchas veces uno kiere vender y hicirse de ese lugar por lo k ves y oye de esa persona muerta seccion 0530 12-epss-1-321
ResponderEliminarHola Esthefany, era un sueño vivir en esa casa, a mi padre le gustaba porque era una copia de lo que es usual en Austria, una casita sencilla pero con calor y color familiar, fueron días felices y la partida nada tiene que ver con la casa, solo fue el tiempo de partir de mi padre viviendo allí. Gracias por participar de esta vivencia.
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